Desde el año 2012 y por designación de la UNESCO, Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, la Dieta Mediterránea se ha incluido en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Según la UNESCO, la dieta mediterránea es un conjunto de competencias, conocimientos, prácticas y tradiciones relacionadas con la alimentación humana, que van desde la tierra a la mesa, abarcan los cultivos, las cosechas y la pesca, así como la conservación, transformación y preparación de los alimentos y en particular su consumo.
Desde el punto de vista nutricional los ingredientes principales son tan populares como el aceite de oliva, los cereales, las frutas y verduras frescas o secas, legumbres y semillas, consumo moderado de carnes, pescados y lácteos; condimentos y especias variados y en abundancia; vino para acompañar las comidas, infusiones, jugos de frutas frescas y agua mineral; en definitiva un modelo nutricional que se ha mantenido mas o menos constante a través de los tiempos.
Los pilares de la dieta mediterránea parten del respeto a la tierra, a la biodiversidad y a la conservación de las artes tradicionales de pesca, agricultura y ganadería de los países Mediterráneos, junto con el tipo de preparación y elaboración de los alimentos, la importancia de mantenerse físicamente activo, disfrutar de baños de sol únicamente durante ciertas horas del día, tradicionalmente en verano las horas de intenso calor y radiación se reservaban para la siesta y el descanso; y disfrutar de la compañía de amigos y familiares compartiendo una buena comida.
El clima mediterráneo favorece el cultivo de plantas y vegetales incluso en ventanales, azoteas, balcones y patios; algunas personas se atreven a montar su propia huerta en casa o en el patio de vecinos también en la ciudad.
Para que estos pequeños cultivos tengan éxito es necesario tener al menos cinco horas de sol diarias, tener los tiestos o parterres resguardados del viento y ser capaces de mantener el sustrato con la humedad requerida para cada cultivo.
Hierbas aromáticas y medicinales como el perejil, romero, tomillo, albahaca, caléndula, incluso laurel y aloe vera pueden hacer las delicias de cualquier aficionado a la buena cocina, aromatizar y embellecer el balcón.
Los tomates pueden cultivarse con poca tierra, especialmente las variedades enanas y las colgantes, se pueden sembrar a partir de marzo junto con las lechugas; las acelgas se siembran entre abril y junio y los calabacines a finales de abril. Los balcones amplios acristalados y,o expuestos al sol pueden favorecer otros tipos de cultivo como las fresas, flores comestibles para tisana y ensaladas, incluso pequeños árboles, higueras, cítricos, manzanos, vid...., una consulta con un vivero de confianza y se puede sacar buen provecho al patio o al balcón.
Los estudios han mostrado que la dieta Mediterránea tradicional reduce considerablemente los riesgos de enfermedades del corazón, cáncer, Parkinson y Alzheimer.
El respeto a la agricultura tradicional es muy importante puesto que no tienen comparación los aportes nutricionales de los alimentos de cultivo ecológico y procesado natural, cultivados en temporada, con abonos naturales, sin fungicidas ni pesticidas. Lo mismo podríamos decir de la ganadería e incluso de los productos lácteos elaborados con leche cruda sin aditivos para la elaboración de quesos y yogurt rico en enzimas.
La dieta mediterránea moderna, va más allá fomentando los menús bajos en carbohidratos muy controvertidos por su fomento de la cetosis.
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